EL PADRE PÍO

MENSAJES DEL SANTO DE LOS ESTIGMAS

Laureano Benítez & José Antonio Benítez

Editorial San Pablo, Madrid, 2014

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  RESUMEN DEL LIBRO  

La presente obra no es una biografía convencional del padre Pío. Pensamos que ya existen en el mercado suficientes obras que tratan ese tema. Nuestro trabajo va más bien encaminado a investigar la verdadera naturaleza de la enorme misión salvadora que desarrolló el Santo de los estigmas.

¿Por qué apareció el padre Pío justamente en nuestros tiempos? Si, como decía el cardenal Siri,  «la vida, obras y virtudes de un santo tienen una unidad que expresa el misterio de Cristo. Un santo es el desvelarse del rostro de Cristo para la gente en un cierto momento histórico», nuestro objetivo es estudiar por qué apareció en la primera mitad del siglo pasado un santo de proporciones tan colosales, qué mensajes ha querido transmitir Dios a los tiempos actuales a través del padre Pío. Seguramente estos mensajes son portadores de una revelación importantísima de Dios a las necesidades presentes de la Iglesia, ya que van encarnados en un santo dotado de unos asombrosos carismas y dones místicos, en una concentración de prodigios única en la historia de la Iglesia, según la lógica ecuación de que a mayor dificultad e importancia de la misión de un santo, más se le dota de carismas y dones sobrenaturales.

¿A qué estaba intentando Dios dar respuesta con esa sobreabundancia de dones sobrenaturales con que colmó al capuchino estigmatizado? Sin duda alguna, el rasgo distintivo más importante y característico del mundo cristiano durante la época en que vivió el Padre Pío (1887-1968) se puede concentrar y resumir en un solo término: crisis de fe. En efecto, el siglo XX constituye uno de los períodos más críticos --si no el que más-- de la historia de la Iglesia, zarandeada en estos tiempos por una acumulación de problemas, por unas plagas apocalípticas que llegan a amenazar su misma supervivencia: secularización de muchos sacerdotes, escándalos internos y externos (la pederastia es el más sangrante de ellos), ruina de muchos seminarios, vaciamiento de las iglesias, desvirtuación de la liturgia, desprestigio generalizado, y, sobrevolando todo este cúmulo de amenazas, una pavorosa descristianización de la sociedad, embaucada por un consumismo hedonista que la ha echado en las garras de un materialismo craso y atroz, expresado con frecuencia en un laicismo agresivo que persigue cada vez más a las claras las manifestaciones cristianas.

El libro analiza  someramente las causas de esta crisis de la Iglesia y de la fe cristiana en general, contrastando estos problemas con las soluciones que el padre Pío aporta con su testimonio y su ejemplo, proponiendo con ellos unos mensajes muy claros con los que la Iglesia puede superar sus problemas. En su conjunto, el mensaje del Padre Pío al mundo de hoy es una llamada a recuperar la espiritualidad tradicional que durante siglos ha animado la vida cristiana, y que contrasta vivamente con la «modernización» que ha vaciado de contenido muchas prácticas cristianas: la importancia de la Misa, de la confesión, de la oración, de la espiritualidad sacerdotal, del rosario, de la devoción a María y al ángel de la guarda, la llamada a recuperar la conciencia del pecado, la lucha contra el Demonio... La pérdida de esta espiritualidad tradicional es justamente la causa principal de la crisis del cristianismo en el mundo de hoy.

La clave para entender los mensajes que el padre Pío transmite el mundo de hoy, su  verdadera misión en el mundo,  se explica a partir de un descubrimiento importantísimo que se desvela poco a poco a través de las páginas del libro: el padre Pío llegó a convertirse en “alter christus”, es decir en otro Cristo, que se encarnó en el mundo en nuestra época para combatir el periodo más oscuro de la historia de su Iglesia. Fue un alma víctima de dimensiones prodigiosas, corredentora con Cristo, crucificada con él durante 50 años.

«Era siempre Jesús, en la confesión, en el altar, conversando, en oración. Nuestros corazones no se equivocaban, viendo en ti a Jesús; por eso no se saciaban jamás de contemplarte, no podía separarse de ti (...) Afectuoso padre mío, tenía razón al decir: “estoy atormentado de almas”, porque poseía el Todo, a nuestro amabilísimo Redentor. No nos percatamos lo suficiente de que, bajo el nombre de padre Pío, se ocultaba el más hermoso de entre los hijos de los hombres, que en su inextinguible caeidad quiso caminar de nuevo en medio de sus redimidos. En Palestina vivió antes de su muerte; aquí, en Italia, vivió visiblemente, al cabo de 20 siglos de su muerte» (Cleonice Morcaldi, Positio Iv, p. 214)